Me pidieron continuar con el relato y aquí estamos nuevamente para compartir viejos momentos, el vuelo de Canadian Airlines salió de Lima con una hora de retraso, el viaje resultó agradable porque los que viajábamos por la misma agencia, nos sentamos en la misma fila , recuerdo que éramos unas diez personas, cada uno de nosotros estábamos conscientes de que dejábamos hijos, padres, amigos, trabajo para ir en busca de un mejor porvenir, por eso tratábamos de paliar la tristeza de abandonar nuestras tierras, hablando un poco de nuestras vidas , contar chistes , etc. todos viajábamos por primera vez a Japón con mucha ilusión de conocer el país de nuestros ancestros.
Hicimos escala en Toronto ,tardamos buscando nuestros equipajes y cuando llegamos al counter (mostrador) para hacer el check (trámite) y tomar la conexión ,vimos con sorpresa que el avión estaba para salir sin nosotros! Tal fue el susto que corrimos lo más que pudimos y llegamos justo cuando estaban cerrando la puerta......ufffffff!!!.
Nos sentamos todos en diferentes lugares y fueron unas 12 horas de vuelo aburridísimas para mí, no veía la hora de pisar tierras niponas, hasta que por fin llegamos. En Japón eran las 14.00 hrs. recuerdo perfectamente que era un día gris lo que me daba mucha nostalgia, apenas pisé suelo japonés, me atacaron unas fuertes ganas de volverme a Lima, me sentía extraña, fuera de lugar totalmente, a pesar de que debería de haber estado feliz por el reencuentro con mi esposo después de ocho meses de no vernos.
Mi esposo compartía piso con cinco varones incluido su hermano mayor. Cuando él comunicó a la empresa mi llegada a este país, la compañía se comprometió a procurarle un apartamento para los dos, pero lamentablemente surgieron problemas y tuvimos que esperar dos semanas.
Mientras tanto,yo fui a parar a un piso compartido con cinco chicas, todas descendientes de japoneses pero desconocidas para mí, me brindaron un cordial recibimiento. El apartamento estaba sobre una colina desde donde se podía divisar el mar, era un apartamento con tres habitaciones, cocina-comedor y con una vista magnífica,en un segundo piso, en el primer piso quedaban los apartamentos de varones. La primera noche en Japón tuve que dormir en una habitación con una desconocida la que al final me brindó una buena bienvenida, me hizo sentir como en casa, supo comprender mi tristeza de aquel día, fue mi primera amiga en tierras orientales su nombre Esther de la que guardo lindos recuerdos, nos hicimos buenas amigas ahora ella vive en Lima y tiene un hijo de catorce años, pero de la que no tengo noticias desde hace unos quince años.